Una leyenda cuenta que, al terminar la construcción de la catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, en el corazón de la ciudad de Puebla, surgió la pregunta de cómo habría de subirse una campana de 8 mil kilos a sus encumbradas torres (las más altas de América Latina). La pregunta quitó el sueño durante varios días a ingenieros y albañiles. Parecía algo imposible de realizar.
Sin embargo, una mañana, los habitantes de Puebla se despertaron con la noticia de que la campana estaba ya en la torre, repicando alegremente. “Pero, ¿quién la subió y cómo?”, se preguntaron. Y ya que parecía un milagro, nadie dudó en atribuirlo a los ángeles, quienes seguramente habían bajado a colocar la campana, la cual descansa ahí desde entonces.
Esta leyenda es responsable de que a esta hermosa ciudad se le conozca como Puebla de los Ángeles. Sin embargo, hay muchos motivos más para asegurar que se trata de un destino celestial: sus calles, su horizonte y, particularmente, sus sabores. Enclavada en el centro de México y bajo la imponente presencia de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, Puebla abre sus puertas y presume a los visitantes sus títulos: heroica por haber sido sede del triunfo de las tropas mexicanas sobre las francesas en 1862 (en la Batalla de Puebla), y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1987.
Lo que más llena de orgullo a los poblanos es su gastronomía, una de las más emblemáticas y deliciosas del país. Capital mundial del mole, de los chiles en nogada y las chalupas, Puebla te da una probadita del paraíso con postres que sólo pueden ser atribuidos a la creatividad angelical: los camotes, las tortitas de Santa Clara y los jamoncillos de nuez y piñón encabezan una larga lista que bien podría acompañarse con caritas regordetas de querubines.
Puebla es una de las ciudades más antiguas del México. Su traza, también atribuida a los ángeles, data de 1532. Su buen clima y ubicación estratégica la convirtieron muy pronto en la segunda ciudad más importante del México colonial. En su ruta hacia la ciudad de México, las embarcaciones de mercancías procedentes de Filipinas pasaban primero por Puebla, la cual poco a poco asimiló algunas expresiones artísticas de Oriente. Así lo reflejan los preciosos jarrones y las vajillas de talavera, así como los azulejos que adornan fachadas de iglesias y casonas, fuentes, patios y cocinas. Otro ejemplo de esta influencia cultural es la leyenda de la “China Poblana”, una princesa de la India que llegó como esclava en el Galeón de Manila y quien diseñó para sí una hermosa vestimenta bordada con lentejuelas. Hoy día, éste es el traje típico de Puebla.
Si una palabra define Puebla, ésta es “barroca”. Complejos sabores que seducen el paladar, formas elaboradas que atrapan la mirada, una irresistible mezcla de leyendas e historias, vericuetos de calles, fuentes, jardines, mercados de artesanías y callejones artísticos y un horizonte cuajado de cúpulas de iglesias. Por eso no es disparatado pensar que Puebla es donde viven los ángeles.
Actualmente, el estado de Puebla cuenta con siete Pueblos Mágicos que complementará tu visita a la capital con un toque de tranquilidad, sabores típicos y tradiciones únicas. Aúntalos en tu itinerario: Cuetzalan, Zacatlán de las Manzanas, Pahuatlán, Chignahuapan, Tlatlauquitepec, Cholula y Xicotepec de Juárez. Si quieres conocer más de ellos visita http://www.visitmexico.com/es/pueblosmagicos
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